En un escrito, Ignacio Telesca, Dr. en Historia, investigador independiente del CONICET y Prof. titular de la Universidad Nacional de Formosa (UNaF), reflexiona sobre la importancia de la autonomía universitaria para todos los sectores de la sociedad.

“Esta frase que hemos escuchado y leído asiduamente en estos últimos años se desprende, como todos sabemos, del Manifiesto Liminar de los jóvenes universitarios de Córdoba en aquel 1918.

Podríamos invertir el orden de la frase y decir que “las libertades que nos quieren arrebatar son los dolores que nos generan”.

Pero son dolores que fortalecen, que crean comunidad y nos sirven para enfocarnos nuevamente en lo realmente importante.

Estamos reunidos hoy aquí para defender uno de los derechos fundamentales que hace más de cien años ya se consagraba en Córdoba: LA AUTONOMÍA UNIVERSITARIA.

Si traigo a colación la reforma de 1918 no es porque esté de moda, ahora que acabamos de celebrar su centenario. No, lo rememoro porque la situación que vivían los cordobeses tiene cierta semejanza con los que nos toca vivir hoy.

Estaban frente a la elección de un rector y había un sector, ajeno a la Universidad, que quería influir en la misma: el clero; y los estudiantes le ponían nombre y apellido: los jesuitas.

Pero no sólo eso, déjenme citar un párrafo del Manifiesto Liminar, y dice así:

‘El espectáculo que ofrecía la Asamblea Universitaria era repugnante. Grupos de amorales deseosos de captarse la buena voluntad del futuro rector exploraban los contornos en el primer escrutinio, para inclinarse luego al bando que parecía asegurar el triunfo, sin recordar la adhesión públicamente empeñada, en el compromiso de honor contraído por los intereses de la Universidad’.

Como se puede ver, nada nuevo bajo el sol.

Sin embargo, que veamos repetirse las mismas situaciones no significa que estemos cien años atrasados, sino que nos debe llamar la atención la importancia de la Autonomía Universitaria para todos los sectores de la sociedad.

La Autonomía no es un concepto dado, sino que se va construyendo a lo largo de la historia y se va cargando de significados. Desde el origen mismo de las universidades, allá en la edad media, la lucha por la autonomía fue una de sus banderas. Sin embargo, mil años no pasan en vano y el concepto de autonomía fue variando.

Hoy, Autonomía significa capacidad de autogobierno y administración. No sólo elige sus autoridades, sino que se da sus propias normas.

Autonomía implica, ciertamente, independencia de los poderes políticos, de los actores externos individuales o colectivos, y también, independencia del mercado.

Así como es impensable una sociedad sin una universidad pública, libre, laica y gratuita, así mismo no es posible comprender la universidad pública sin el pleno ejercicio de la autonomía.

La pregunta que debemos hacernos es sobre el porqué de este interés por avasallar la autonomía.

No es por la ‘caja’. No nos engañemos. A los jesuitas no les interesaba hacerse con el dinero que entraba a la Universidad, ni al mercado. Al poder político tampoco. Avasallar la autonomía implica dejar sin efecto la construcción científica y académica, dejar a un lado la libertad e instalar el pensamiento único y la educación como mercancía.

La Autonomía garantiza, fundamentalmente la pluralidad y la diversidad: de cátedra, de pensamiento, de forma de vida. No sólo para el personal docente y no docente, también para el estudiantado.

La Autonomía no beneficia a un sector frente al otro, nos beneficia a todos, a la comunidad universitaria.

Es realmente una pena, y una gran preocupación, que un grupo de esta comunidad permita el avasallamiento de la autonomía.

‘Siempre se hizo y ahora se escandalizan’, suele ser el argumento esgrimido para justificar la intromisión. Y puede ser que sea cierto, que muchas veces se haya caído en la tentación de buscar un sostén externo. Que los historiadores lo estudien.

Pero si llegara a ser cierta la acusación, justamente por eso mismo es que todas las personas que conformamos la comunidad universitaria tenemos que abroquelarnos para que nunca más ocurra.

NUNCA MÁS permitamos el avasallamiento de la autonomía universitaria.

El Manifiesto liminar cordobés terminaba con la siguiente frase:

‘No podemos dejar librada nuestra suerte a la tiranía de una secta religiosa, no al juego de intereses egoístas. A ellos se nos quiere sacrificar.’

Nosotros podemos reafirmar, parafraseando al gobernador, que, para nuestra vida universitaria, ‘AUTONOMÍA es la palabra salvadora’.”